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Opowiadanie

Primera parte
El comienzo del septiembre estaba siendo maravilloso. Nada indicaba que el otoño no tardaría en llegar. El sol calentaba como en pleno verano y las cimas de las montañas parecían vanagloriarse sobre el fondo del cielo azul.
Una vegetación de un verde todavía muy vivo cubría los pastos, las laderas y los prados del valle de Kłodzko.
En el grupo había doce personas. Todos eran estudiantes de Cracovia. No querían desperdiciar las últimas semanas antes del comienzo del curso académico. La ruta por los bares y las discotecas, se la dejaban a otros.

La península en sí es excepcional, aunque esta localidad es incluso más especial. No importa cuántas veces esté aquí, siempre siento algo difícil de expresar. Una estrecha lengua de tierra se adentra en el mar como si fuera un golfo. ¿Se puede acaso considerar a esta pequeña franja una barrera terrestre sólida? Por supuesto que no. Si cualquier tormenta fuerte entrara en la península, el golfo dejaría de existir. ¿Así que, qué es? ¿Una realidad o una ilusión?

Para cualquier amante del mar, estar aquí es toda una fiesta. Para un burgués, es ennoblecerse y pasar a la categoría de un pescador, de un corsario, de un pirata, o al menos, de un grumete que siente aquí la infinidad del agua que lo rodea. Es volver a uno mismo, a las viejas vivencias y anhelos. Es ver el mundo con los ojos de un niño, con los vivos colores de la juventud y ver los lugares conocidos como si fuera la primera vez. Es redescubrirlo todo y embelesarse con el encanto de algo irrepetible, así como con la belleza de lo que ha nacido hace poco tiempo.