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PRÓLOGO

El sábado por la noche, con un tiempo desfavorable, Alex Abbot, un abogado del despacho Abbot&Finney, salió del club de yates Sodus B. El lago Ontario era para él como su casa y el viento que arreciaba no le suponía un mayor problema. Al contrario, le hacía subir la adrenalina. Este barco, al igual que todas las cosas que poseía, se lo debía a un cliente que le encargaba numerosos pedidos desde hacía ya algunos años. No lo conocía personalmente y los asuntos del misterioso señor “X” no aparecían en la lista oficial de los asuntos del despacho. A pesar de los grandes beneficios que Alex obtenía de estos encargos, nunca habían aumentado la suma de sus ingresos imponibles.